EL ARTE DE BURILAR
Querido hermano:
El tiempo que te tomas para escribir sobre los temas que eliges, cualquiera sea ese tiempo, cinco minutos hoy o diez por día, tres horas semanales o cinco al mes, procura que sean prósperas. La masonería demanda, quizá, cosas que en los tiempos que corren, escasean. Tiempo, tranquilidad, recursos. NO soy nadie para criticar un trabajo, una persona, una obra, o un burilado, y no soy quién para encuadrar criterios ni dictaminar estamentos. Ninguna posición social, política o masónica me otorga ese derecho. Yo solo puedo aconsejarte si quieres y guiarte si me dejas. Mí único propósito es inspirar, si es que puedo. En la sociedad siempre ha habido normas establecidas, éticas, estéticas y morales que están encolumnadas para sostenernos. Somos una estructura viviente, frágil, y en constante equilibrio.
Frágiles somos en muchos sentidos, física, emocional y moralmente. A la vez hábiles también para enmarañar los conceptos con discursos y artimañas al punto de enmascarar las virtudes o la falta de ellas, sin embargo es claro que caemos muchas veces en vicios y falencias al interpretar y pregonar los valores, bien sabido es que entre la hipocresía y la doble moral, la línea es muy delgada.
Cualquier sociedad necesita orden y patrones disciplinarios que garanticen el bienestar común. La armonía y la concordia dependen de aquellos agentes sociales que ejemplificando un comportamiento también lo difunden. Hay experimentos sociales basados en ello que científicamente demuestran que los seres gregarios se imitan entre si. Entonces debemos adoptar conductas y desarrollar comportamientos que nos sean propicios para mejorar y que sean dignos de imitar, debemos lograr inspirarnos para inspirar a otros. Existen pautas, medidas y reglamentos; instrucciones que enseñan, como hacer un ladrillo de modo que encaje con otro en una construcción. También existen estas leyes en la naturaleza, las abejas construyen en su panal celdas de idénticas medidas, la colmena es un ámbito organizado, seguro y perfecto, donde cada obrero da lo mejor de sí hasta su timo día.
Una abeja vive aproximadamente un mes y en ese tiempo de arduo trabajo a penas recolecta el polen de lo que hará una sola y pequeña cucharada de miel, quizá es poco para nosotros pero para la abeja ha representado la labor de toda su vida, y sumado al de su colmena proporciona el alimento para la generación venidera. Su ejemplo nos ayuda a entender que No debemos desvalorizar lo que hacemos por ser poco, sino que debemos valorarlo por estar bien hecho y por tener propósito elevado. La colmena, es uno de los símbolos menos estudiados y más significativos de la masonería. Representa El trabajo, la unión, la perfección. En una colmena todos tienen una labor diferente y un propósito común, y aunque parezca imposible, existe un sentido de justicia, unión e igualdad entre las abejas tanto como en otras especies, además de la humana. La masonería es una escuela de perfeccionamiento, en lo que duremos en ella, nuestro único objetivo debe ser el mejoramiento, la superación genuina. No sirve trabajar solo para cumplir, sino que debo cumplir trabajando en primera instancia para mí mismo. Y si no hago las cosas bien para mí mismo, no seré capaz de hacerlas bien para otros. De nada sirve la masonería si en nuestro corazón reina la mediocridad. No hay abejas a medias, no existen celdas mal hechas en las colmenas. De nada habría servido nuestra existencia como especie de no haber pensado en mejorar. ¿Qué ha inspirado al hombre a lo largo de la historia? Lo mismo que hoy debe inspirarnos a
nosotros, la curiosidad!. El deseo de saber, el ansia de superar la ignorancia. La satisfacción de ver
una obra y admirarla, ser admirados.. inspirar.La admiración por la naturaleza y la curiosidad han llevado al hombre a dominar el mundo y las ciencias, pues la admiración es la esencia del amor. El amor en el más amplio sentido. Si admiro, amo, si amo es porque siento el impulso de lograr lo que admiro. Si logramos llevar eso a nuestro plano más íntimo y propio, habremos encontrado el combustible inagotable para alcanzar la perfección.
Hermano, cuando te enfrentas a la plancha de trazar, debes hacerlo con conocimiento, nadie mejor que un artista puede decirte lo apabullante que es un lienzo en blanco. Es Inconmensurable, como la mente sin ideas. Debes poseer las medidas para dibujar el plano, conocer los materiales y las herramientas que usarás para lograr la obra. Cada trozo de mármol en una cantera contiene una obra aún por descubrir, cada leño bajo su corteza envuelve una veta adusta que se amansará suave bajo el peso de la gubia, dirigida con conocimiento.
Si eliges un tema que te entusiasma, agótalo! Como el aprendiz en la cantera agotaba su tiempo y buen ojo buscando y hallando los bloques más aptos, busca… Lee cuánto encuentres. Pregunta, recorre diferentes caminos para encontrar, como la abeja en la floresta, el mejor polen para tu colmena. Investiga el porqué, estudia sus orígenes, historia, influencias, haz comparaciones. Y sobretodo: Pregúntate siempre, del tema que elijas, que pensaron, dijeron acerca de ello los grandes filósofos, artistas, los geómetras, lingüistas y escritores. Si no te causa curiosidad saberlo, si no te inspiras en lo que buscas, no llegarás a probar las mieles de la sabiduría ni servirás para alimentar a la colmena. Un burilado no basta, con ser apenas raspado de la superficie de una fuente, no basta con algunas citas o que figuren nombres loados, no alcanza con breves y retaceadas lecturas. La masonería no admite permanecer en la llanura. Debes profundizar para elevarte. Procura entonces hermano, encontrarte al orden y en escuadra cuando te mires en el espejo de tus trabajos, porque ese reflejo no miente, pues eres tu mismo. Una plancha masónica es el cristal por dónde veremos nuestra aptitud, según nuestra actitud. Un trabajo reflejará siempre aquello que le hemos dedicado. Reflejará la amplitud de la lectura en las palabras, el alcance del conocimiento en cada párrafo, la belleza de la dicción en la gramática, la armonía en su lectura por la ortografía. La elocuencia en su Retórica, el empeño en la profundidad de su significado. Quizá no todo en uno solo, pero de ese modo apreciamos los maestros la evolución de los iniciados, esa evolución debe surgir de una iniciativa propia. El deseo de mejorar persiguiendo la perfección, no en la totalidad, pero cada detalle puede ser perfecto en si mismo. Como contemplar una pintura no tan sobresaliente que alberga detalles únicos, como una iluminación extraordinaria, lograda tan solo con pocas pinceladas de blanco de titanio. Tenemos en nuestras manos el poder de usar la mente, como la luz en el cuadro, y como la profundidad en la escultura. Para un buen artista su obra jamás está terminada, pues siempre hay algo que retocar, añadir o quitar cuando se la vuelve a contemplar. Una plancha debe contener la cosecha de nuestras lecturas, abonadas con nuestras propias ideas y como la masonería misma es fuente inagotable de simbolismo, y sus figuras más ricas arcilla para nuevas formas, no olvidemos que de las herramientas ya existentes pueden surgir nuevas. A veces también es necesario construir nuestras propias herramientas para trabajos más específicos. Una plancha es un viaje, sobre su idea recorremos caminos y llegamos a nuevos destinos. Necesita gestarse, debemos pensarla y llevarla en la mente varios días, escribir sobre ella en cualquier momento y lugar, pues la inspiración y el arte no responden a tiempos y horarios. Si nuestra propia plancha no nos emociona y no nos lleva a querer leerla cada mañana por el tiempo que nos cueste construirla, como ansiábamos levantarnos a jugar un sábado por la mañana de niños, entonces No es nuestra, aún No ha nacido. Si no sentimos ese particular orgullo como quién contempla a un hijo o nos roba una lágrima en algún pasaje mientras leemos, entonces es solo un texto estéril que carece de la fibra propia. No se puede sentir orgullo de algo que no ha sido parte de nuestro esfuerzo. Muchas veces esperamos una opinión. Un burilado que no replica en comentarios, no necesariamente carece de contenido y estudio, también puede inspirar un silencio contemplativo, en el que sería innecesario intervenir. No todo llega espontáneamente. A veces el silencio puede ser un elogio, pues quedamos cavilando en las palabras oídas.. Cada quien debe saber qué es capaz de despertar en quién le oye. Un burilado debe generar intrigas, preguntas y curiosidad. Debe ser disparador de ideas, de pensamientos y reflexión. No basta con tomar algo de un libro o dos. No sirve la excusa del tiempo, pues No existe una imposición del mismo. Somos artífices de nuestro propio tiempo, somos quienes llevamos la regla a cuestas como pesado bagaje o ligera como herramienta. Cuando hacemos un trabajo, no lo hacemos para nosotros, ni para los maestros o la logia, el conocimiento en ella ya no nos pertenece. Lo hacemos para el mundo, pues lo que dejamos no es solo el conocimiento adquirido plasmado allí, sino también nuestro pensamiento individual, nuestra reflexión profunda y reflejo, sellos que no deben faltar. Dejamos al mundo una impronta, como “la marca” que dejaba cada constructor en su parte de la gran obra, marca que lo diferenciaba de los otros, siendo ello un motivo más de inspiración y de intriga, un peldaño más a la perfección.
Natalia -Graff- Coutaz