Logia Nikola Tesla

EL MUTUS LIBER – OBRA EMBLEMÁTICA DE LA ALQUIMIA.

18 de febrero de 2024

Por la Hermana .•. P.L.B. 

El Mutus Liber (Libro Mudo) es uno de los libros alquímicos más bellos y misteriosos que recientemente he encontrado. Este volumen guarda en su interior quince emblemas por los cuales se explican los procesos para llegar a realizar la «Opus Magnum», La Gran Obra o «Piedra filosofal»; que el hermano compañero desarrollará en su vida como trabajo continuo en el que preferirá que sea en sencillez, humildad, fraternidad y sabiduría como un estilo de vida. Dentro y fuera del Taller, la coherencia entre sus buenos pensamientos y las buenas obras acompañarán su trayectoria de Masón, impulsando a sus hermanos a reconocerlo como un paradigma referencial. Ora vistiendo apasionadamente el Templo, confundido entre los Aprendices, revelando el mensaje oculto de los símbolos, y otras veces enérgico e imperturbable –más no autoritario- ante los errores ritualísticos. Siempre haciendo gala de la ponderación y pedagogía propias del que tiene mucho que decir, frente al silencio oportuno del que tiene mucho que aprender. 

El autor de esta obra es desconocido aunque se ha especulado que fuera Issac Baulot un boticario Francés nacido a comienzos del siglo XVII, no obstante esto carece de importancia, puesto que como todos los libros de auténticos filósofos, su identidad, siempre, o casi siempre, se mantiene en el más oscuro de los misterios. El emblema número uno es el que voy a presentar aquí, y donde intentaré echar un poco de luz en esta noche eterna de los alquimistas, intentando explicar algunos significados de este auténtico laberinto jeroglífico; aunque debo aclarar que solo lo haré con intención de motivar, a quien le interese, a seguir profundizando en los misterios filosóficos y herméticos, lo demás será: “Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies”, (Ora, Lee, Lee, Lee, Relee, Trabaja y Encontrarás) tal y como aparece en la lámina catorce. Este primer grabado es uno de los tres que llevan un pequeño texto y en el que puede leerse en latín: «Libro Mudo, en el que, sin embargo, toda la Filosofía hermética en figuras jeroglíficas es descrita, al tres veces óptimo máximo Dios misericordioso consagrado. Dedicado a los «solos» hijos del Arte» («Solis»: puede significar también «Sol», haciendo un juego de polisemia).

 En la imagen vemos a un hombre recostado sobre un montículo, y a dos ángeles que descienden del cielo por una escalera, ellos parecen intentar despertarlo usando sus trompetas. Esta escena está enmarcada por unos rosales florecidos símbolo del huevo cósmico. El texto que acompaña la imagen está segmentado en dos, izquierda y derecha, separado por una escalera como un eje axial; en la parte izquierda y abajo del texto se leen: 21-11-82 Neg / 93-82-72 Neg y 82-81-33 Tued. Que significan estos números? 

Simplemente los leemos en espejo y obtendremos los versículos del Antiguo Testamento: Génesis 28,11,12 Génesis 27,28,39 y Deuteronomio 33,18,28 Esta escena nos habla del sueño del Jacob bíblico, quien en un trance visionario vio como los ángeles subían y bajaban del cielo, a través de una escalera. Génesis 28,11-12: 

«Y como llegase a un lugar y quisiese en él descansar, después de haberse puesto el sol, tomó de las piedras que yacían en el suelo y poniéndola bajo su cabeza, durmió en el mismo lugar. Y vio en sueños una escalera que estaba enhiesta sobre la tierra y su parte superior que tocaba el cielo y en la cual ángeles de Dios que ascendían y descendían por ella». 

Nuestro soñador apoyado en la piedra, que por cierto más bien parece un túmulo o una pequeña caverna, lo que nos recuerda la Alegoría de la Caverna de Platón, y tal parece que nuestro soñador entonces es aquel hombre que empieza a despertar de este mundo sombrío que solo proyecta sombra en la pared, mediante el sonido que provocan las trompetas angelicales, al mismo tiempo que ascienden y descienden por el axis mundo o eje del mundo representado por la escalera, único medio capaz de entrar en la tierra y subir a los cielos, con la intención siempre vivificante del espíritu (del latín spiritus ‘soplo’ derivado de spirare ‘soplar’), es así que esta materia prima, simbolizada por Jacob, que no es otra cosa que la Piedra bruta en vías de rectificarse, recibe el soplo celestial que «anima» al soñador y lo saca de su eterno letargo. La escena es claramente nocturna aludiendo a la vía húmeda de la obra alquímica, en donde la luna posee y gobierna el menstruo y la esperma capaz de renovar la naturaleza, para que todo pueda prosperar y proliferar, es sobre este agua celestial derramada sobre el mundo de lo que nos hablan los paisajes bíblicos. No me extenderé más ya que mi intención como siempre es alentar a la búsqueda pero sin profanar los misterios que tan celosamente han sido guardados a lo largo del tiempo por los piadosos hijos del Ars Regia, ya que como reza Mt 7.6: «No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.» Me ha llamado la atención este texto que me lleva a buscar asilo reflexivo en el poder de la palabra, LA PALABRA, que constituye y regenera el secreto con que se custodia un religioso silencio exterior, para que se pueda libremente manifestar en el interior. Hay un enlace entre el libro mudo y el Dar la Palabra, tener la Palabra. La Palabra es una forma de dar vida a lo que sentimos y hacemos. La Palabra es concreción que invade lo externo y repercute en acción. La Palabra secreta de un aprendiz masón, me coloca ahí en esos momentos de desconcierto y de ilusión. No se hablar ni escribir. 

Así me siento. La piedra filosofal se asimila en conocer el castigo simbólico que el indiscreto recibe -como consecuencia necesaria de sus propias acciones- cuando haga uso indebido, egoísta o ligero de lo que le ha sido confiado. Anunciando lo que no hubiera debido comunicar, pierde o retarda su propia capacidad de expresarlo, así como la capacidad de llegar a una justa y perfecta comprensión de las cosas. El indiscreto y el infiel nunca pueden establecerse en la Verdad, que se envuelve en sus velos más impenetrables y se aleja para siempre de ellos. LA LUZ, por ejemplo en el neófito masón a modo de cincel de lo que se vé, conduce al recién nacido al altar donde termina por ligarse con un compromiso solemne. A través de un juramento u obligación, que contrae ante todos y fundamentalmente consigo mismo. Promete por su honor guardar inviolablemente todos los secretos de la Francmasonería y no revelar ninguno de sus misterios, a no ser que sea a un masón regular y bueno. Promete dedicarse con toda su inteligencia a buscar la verdad y consagrar todas sus fuerzas al triunfo de la justicia. Promete amar a sus hermanos y socorrerlos según sus facultades. Promete en fin, someterse a todas las leyes que rigen la francmasonería. Consiente, que si se hiciere perjuro, sufriría las penas que hubiera merecido. A ser considerado un ser vil, sin honor ni dignidad. El neófito deberá tener siempre presente en su espíritu las obligaciones contraídas por su propia y espontánea voluntad; estar listo para renovar su compromiso en cualquier ocasión y a sentirse con fuerzas para cumplirlo. Con la seguridad de que el juramento que acaba de pronunciar no le causa alguna inquietud, se acuerda dar la luz al recipiendario. Esta se expresa en forma simbólica, al dejar caer a sus pies la venda que lo cubría, a la señal acordada. Con la cual hasta ahora había podido ser admitido en el templo. Éste ve alrededor de si -en la semioscuridad del lugar en que se encuentra- a los hermanos de pie, con espada en la mano izquierda dirigida a su pecho. El templo se ilumina con repentina claridad, con lo que el neófito queda al punto deslumbrado, pero a medida que su vista se acostumbra a la luz, ve a los asistentes de pie, por lo que queda sobrecogido. No es una amenaza, con su actitud ellos anuncian al nuevo hermano que volaran en su socorro en todas las circunstancias difíciles en que pudiera encontrarse. Las hojas centellantes dirigidas hacia él indican además la irradiación intelectual, que cada masón proyectará en adelante hacia el neófito. Esas espadas están mantenidas con la mano izquierda, costado del corazón, aludiendo así, a los efluvios de simpatía que de todas partes se concentran sobre el recién nacido, que se recibe con júbilo en el seno de la familia masónica. Las espadas son el símbolo de todas las fuerzas desconocidas que en la vida constantemente favorecen y ayudan a quien permanece firmemente fiel a sus ideales y obligaciones, a pesar de la situación difícil y de las condiciones en apariencia contrarias en que se encuentre. Mientras por el contrario, se convierten en otros tantos flagelos, remordimientos y castigo para quien cede y se asusta, renunciando y faltando al cumplimiento de ellas. La vida se hace siempre más dura, difícil e insatisfactoria para los que renuncian a sus ideales y a sus más elevadas aspiraciones. Para los que ceden a la contrariedad aparente de los hombres y de las cosas y se dejan desalentar por su frialdad y falta de cooperación. Nunca y por ninguna razón debe uno renunciar a la expresión de su propio Ser más elevado y del Divino deseo que constituye el anhelo de su corazón.

Hna .•. P.L.B

LAUSANA, SIGLO XX… Y DESPUÉS

LAUSANA, SIGLO XX… Y DESPUÉS

LAUSANA Y LA TENTACIÓN VITALICIA Tras la sistematización del REAyA en la escala de 33 grados en 1786, el convento de Lausana (1875) intentó arrojar luz sobre el siempre controvertido ordenamiento normativo, sin embargo observado a través del prisma del siglo XXI (y ya...