Logia Nikola Tesla

LA ESTRELLA FLAMÍGERA

23 de marzo de 2024

Uno de los símbolos que más ha llamado la atención, tanto a HH como a profanos – además del Ojo que todo lo ve, vale aclararlo – es la Estrella de Cinco Puntas, sea que de ella dimanen rayos o no. Este ultimo dato no es menor, ya que en uno y otro caso estamos en presencia de símbolos relacionados pero distintos. Parafraseando a Oswald Wirth (1911), la Estrella que contempla el Com.´. Mas.´. en el Or.´., entre el Sol y la Luna, es la del genio humano, y como tal tiene características únicas.


A continuación intentaré detallar sus partes componentes y rasgos principales. La Estrella Flamígera como símbolo Mas fue incluido en los ritt.´. Mas.´. con posterioridad a 1737. En el año 1766, el francés Barón de Tschoudy publicó un libro, en formato de enseñanzas alquímicas, titulado “La Estrella Flamígera o La Sociedad de los Masones” dando a conocer enseñanzas esotéricas sobre este símbolo. Sin embargo, no debemos suponer que fuera esa la primera mención de la Estrella Flamígera, ya que es un símbolo mágico que hunde sus raíces profundamente en la historia antigua y bucear en ella sería una empresa que excede los alcances de la presente plancha.


Este es un símbolo que en realidad reúne a varios otros. En el REAA, está compuesta por: la figura de una estrella de cinco puntas, con una de ellas orientada hacia arriba; en su centro lleva inscripta la letra “G” mayúscula; y desde ella se proyectan rayos luminosos, que pueden ser rectos o flamígeros, o bien ambos como pueden verse en el Sol de Mayo, de nuestra insignia patria.


Se la suele identificar – y confundir – con el Pentalfa, por contener cinco puntas. La Estrella Flamígera es una figura inspirada en el sabio griego Pitágoras y recuerda las enseñanzas que provienen de la Geometría de la figura básica: el triángulo, siendo la estrella de cinco puntas una construcción derivada de esta figura. Además, de su descomposición en segmentos de rectas se pueden obtener las proporciones de las notas musicales, tal como las conocemos actualmente, y, lo que es más fascinante aún, la denominada “Proporción Áurea”, símbolo de perfección y armonía suprema para los pitagóricos. La “Proporción Áurea” fue un parámetro muy utilizado por los antiguos constructores y un secreto muy bien guardado. Esta proporción arquitectónica se puede apreciar desde las colosales construcciones de la Grecia Antigua hasta los modernos edificios de la actualidad. y no solo en el mundo occidental sino también en los pueblos asiáticos. El mandil Masónico es una representación de esta proporción.

Las cinco puntas representan la cabeza y las cuatro extremidades del cuerpo. Podemos ver en ello una similitud con el Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci. Este boceto científico, que data de fines del siglo XV, explora la idea de proporción, y además es en parte un diagrama matemático sobre la creencia del artista en que “todo se conecta con todo lo demás”. El hecho de que una de sus puntas esté orientada hacia arriba, nos indica que la cabeza, la Sabiduría, rige y guía al cuerpo. Esa sabiduría rige o debe regir no solo el cuerpo físico, sino también el etérico, y, en un tercer nivel, al alma. Es por ello que alquímicamente hablando, este símbolo es una representación del microcosmos del Hombre en conexión con el macrocosmo, tal como lo muestra Robert Fludd en una lámina del Siglo XVI, sobre la metafísica y física del Universo.


Relacionado a ello, también podemos mencionar que el número cinco, provoca una asociación directa al Gr.´.de Com.´. y nos llama a la reflexión de otras cuestiones como por ejemplo: los cinco sentidos del hombre, o los cinco elementos o fuerzas naturales (agua, fuego, tierra, aire y tiempo) que obran como fenómenos químicos sobre los seres y las cosas (Torrones Benítez – García González, 2011). Respecto a la letra “G” inscripta en su centro, son varias y diversas las explicaciones que podemos encontrar: Geometría, Gnosis, Dios (por su escritura en inglés, ‘God’), Gravedad y, por supuesto, GADU. Sin intentar ser demasiado escueto ni correr el riesgo del exceso, considero apropiado quedarnos con ésta última interpretación en el sentido que el GADU representa para los HH MM el Principio Universal, la Causa Prima o Primer Motor aristotélico, que ha trazado los planes del macrocosmos y el de la Geometría Sagrada, ciencia que primordialmente predispone para la unificación del microcosmos y el macrocosmos.
En Cám.´. de Ccom.´., el hecho de que esta letra se encuentre en el centro de la Estrella Flamígera realza su significado iniciático de ser la representación del Principio Divino que reside en el corazón del hombre, que gracias a su iniciación, es dos veces nacido. Es el Germen de Inmortalidad que late en el centro del microcosmos humano.


Este símbolo, el de la Estrella Flamígera, tiene correlato con otros pertenecientes a otras cosmovisiones relativas a la “llama interna”, Principio Creador o Amor Divino, como por ejemplo: el Sagrado Corazón de Jesús, para los cristianos; Tonatiuh para los Aztecas o Inti para los Incas; el Nous de los Dioses de los Antiguos Griegos.


Existe una leyenda que sucintamente hablando, enseña lo siguiente: el hombre fue una creación de los Dioses, y por lo tanto compartía su naturaleza divina. Pero el hombre se pervirtió, quiso desafiar a los Dioses y éstos le castigaron privándolo de su “chispa divina”. Para que ningún hombre la encontrara, decidieron esconderla en un lugar donde nunca el hombre buscaría: dentro de sí mismo. Y precisamente la masonería indica que desde su interior, el hombre puede crecer. Considero que las llamas o rayos que se proyectan desde la Estrella, son una de las más bellas alegorías que nos ofrece el 2do. Gr, que como todo símbolo, tiene diversos significados.


Por un lado hacen referencia a la Luz, luz de la Sabiduría a la que todo Mas debe aspirar y de la cual debe procurar llenarse. Por el otro, el carácter flamígero nos lleva interpretar su simbolismo como fuego purificador, transmutador, que interviene en la sublimación de los vicios del hombre y el vislumbramiento de la Virtud. Mediante esa transmutación el hombre se vuelve Creador, tanto de su propia realidad como de la de aquellos que lo rodean. Podemos ver en ello una representación del amor fraterno en el más amplio sentido, ya que toda acción noble que acrecienta o devela conocimientos es sin duda un acto de Amor. Trabajar el intelecto y el espíritu individual para ser cada vez más virtuosos, incorporar nuevos saberes, desarrollar estrategias de superación, constituyen un acto de amor a sí mismo. Cuando ese trabajo interior puede beneficiar al resto de los HH e incluso al mundo profano, buscando crear cada día una realidad mejor, es un acto de amor hacia nuestros semejantes. Y si logramos proyectar nuestro crecimiento con una vocación de trascendencia, pensando deliberadamente en el beneficio del futuro de la Humanidad, seguramente habremos alcanzado un ápice de Divinidad.

El saber conlleva la responsabilidad de Ser. El hecho de poseer ciertos conocimientos
debería permitirnos una reciprocidad con el Otro basada en una mayor empatía, en la tolerancia
y el amor fraterno. Si perdemos ese horizonte de la otredad, corremos riesgo de caer en el exceso
o el defecto. El exceso de amor a mi mismo olvidándome del Otro, conlleva la egolatría; el amor
desmedido al prójimo en detrimento de uno mismo, destruye mi propio ser, y el amor en exceso
a lo divino o a una idea, se convierte en fanatismo.


Tanto la luz como el fuego comparten una dualidad: el poder ser Principio Creador y
Destructor al mismo tiempo. Dentro de la Lit∴ Mas∴, hay un acto donde considero se puede apreciar esa dualidad: al momento de dar la luz al neófito. Cuando la venda cae de los ojos del recipiendario, alegóricamente es cegado por la luz. Y lo primero que contempla son las espadas que los demás
HH∴ apuntan contra él. Al pedir la Luz, se produce un acto creador: un hombre nuevo acaba de nacer. Al mismo tiempo, el filo de las espadas refleja el brillo de la luz pero esta vez para mostrarle la fiereza con que será juzgado si incumple su parte. Figurativamente, es una representación de un acto destructor. La Estrella Flamígera además de ser un faro que nos guía en nuestro camino hacia el Oriente, nos recuerda que cada H∴ lleva en su interior la llama de la sabiduría y el objetivo de nuestro caminar es convertirnos cada uno de nosotros en faro para los demás HH∴ y la Sociedad toda.


El carácter flamígero e irradiante del símbolo, nos sugiere lo siguiente: así como, simbólicamente, los App.´. hemos aprendido a utilizar nuestras facultades para trabajar el interior, la materia, nos toca en este Gr-.´. imbuirnos de cierta acción espiritual con el objeto de manifestar en lo externo de una manera viva el trabajo interno sobre la piedra bruta. Es decir, ejercitar con convicción la Virtudes y repeler los vicios, ser portador del ejemplo, no para vanagloria personal sino siendo útil al Tall y la Sociedad, demostrando ser buen H∴, buen padre o madre, buen ciudadano, honrar las obligaciones contraídas, ayudar a quien lo necesite en la medida de nuestras posibilidades, entre otras cosas.

HNO. PDL

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