En los caminos de la vida muchos son los obstáculos que suelen anteponerse a nuestros deseos y anhelos, haciendo que algunas personas se resignen, o mejor dicho abandonen los esfuerzos para concretarlos. En toda empresa humana por más pequeña que sea, además de un lógico análisis de factibilidad, el éxito o el fracaso suele relacionárselo a la presencia o ausencia de fortaleza o valor. Es bueno preguntarse cuántas veces en nuestra vida hemos estado en una situación de este tipo e indagar, con total honestidad, si hemos tenido éxito sorteando los obstáculos o bien hubo oportunidades en que no lo tuvimos, o cuanto menos flaqueamos en nuestros esfuerzos. Al hacer este pequeño ejercicio, y a los fines de rescatar lo positivo para capitalizarlo como aprendizaje, es bueno valernos de la luz de las virtudes. La Fortaleza es considerada desde la antigüedad como una de las virtudes esenciales del hombre necesarias, según los Griegos, para alcanzar la excelencia política de los ciudadanos. Es una de las cuatro virtudes cardinaleS. Solemos referirnos a ella también como ‘valor’, ‘valentía’ o ‘coraje’, y a los efectos del entendimiento general las usaré en un sentido similar. Su contrario, más que la ‘debilidad’ es la ‘cobardía’. La palabra ‘cobarde’ es, quizá, la peor injuria, ya que el cobarde, el hombre sin coraje, no podría resistir lo peor en sí mismo ni en los demás (Comte-
Sponville, 57). Fortaleza es una palabra de deriva del latín ‘fortis’ que significa ‘fuerte’, tanto como fuerza física, como en energía de ánimo. Valor, en cambio, proviene de ‘valere’, cuyo significado está relacionado al del anterior, ya que la raíz – también latina – significa ‘ser fuerte’. Tal como aclara la RAE, en la palabra Valor, el sufijo -or es un indicativo de resultado o efecto. Valentía (o coraje), por su parte, hace referencia a la cualidad que posee quien tiene fuerza, salud y vigor, es decir que hace referencia a una actitud.
Para los griegos la Fortaleza se relacionaba sobre todo con la faz actitudinal, ya que ellos se referían a la Andreia, la hombría o coraje, y constituía una manifestación de la Sabiduría o Areté ante las dificultades, los peligros y el miedo. Ahora bien, coraje o fortaleza no es sólo un atributo de ‘hombres buenos’, ya que para cometer crímenes, por ejemplo, también es necesario tenerlo. Voltaire decía: “el coraje no es una virtud, sino una cualidad que comparten los bribones y los grandes hombres». Cabe hacernos entonces, dos preguntas: ¿qué la convierte en una virtud, tal como lo sostenían Aristóteles, los
Estoicos y santo Tomás de Aquino, entre otros? y ¿cómo se manifiesta en el mundo práctico, tanto profano como en el de la Institución?.
Desde una faz interna (psicológica), la fortaleza o coraje no es ausencia de miedo, sino que presupone una especie de capacidad para dominarlo, mostrando el hombre en su accionar una voluntad fuerte que logra superar ese miedo inicial. Desde una faz externa (o física), esta virtud refiere a la fuerza física, pero no en cuanto fuerza motriz sino de soporte o sustento, que le permite resistir, resolver o enfrentar los elementos del mundo. La fortaleza es, al igual que la prudencia, una virtud, en la medida que las demás virtudes pivotan sobre ellas. Dicho en otras palabras, toda virtud es coraje; toda virtud es prudencia (Comte-Sponville, 2003, 56). Sin prudencia, sería difícil saber qué medios elegir para alcanzar nuestros fines; sin fortaleza o coraje, ante el menor peligro o dificultad, desistiríamos de nuestra empresa. Toda virtud requiere “actuar de manera firme e inquebrantable”, lo que llamamos fortaleza de espíritu, y también aquello que llamamos coraje strictu sensu, que permite “afrontar los peligros y soportar los trabajos”.
Resta referirnos a la faz práctica de la fortaleza. En este sentido, la Fortaleza se materializa o manifiesta en un sinfín de actos de la vida diaria. Para un iniciado, esta virtud se manifiesta mucho antes comenzar sus pasos en la búsqueda de la luz.
La fortaleza o coraje:
- le comienza a envolver, desde el momento mismo que decide buscar una salida de lo profano;
- le ayuda a decidir dar ese primer paso que lo llevará, si persiste, al primer contacto con los hermanos y le decidirá a mantenerse incólume durante los aplomos;
- le aportará la fuerza de espíritu suficiente para aguardar pacientemente la comunicación de que podrá ser iniciado;
- Una vez comenzada la misma, le ayudará a sobreponer los miedos que a muchos recipiendarios los embarga en la fase más oscura de su camino hacia la luz, no permitiéndole perder las esperanzas de un desenlace a su favor;
- Gracias a ella superará una a una las pruebas a las que será sometido con muy tino.
- Durante los trabajos del T se mantendrá estoicamente en el cumplimiento de los trabajos encomendados y defenderá sus posturas cuando sea necesario;
- En su día a día, tanto como H como profano, sabrá soportar las tribulaciones externas que la vida a veces nos presenta y no vacilará en anteponer su ser frente cualquier injusticia o destrato en que él pueda hacer la diferencia.
- Le brindará objetividad y decisión para cambiar las cosas que estén a su alcance para crear un mundo mejor cada día. La fortaleza, en suma le mostrará que todos sus esfuerzos por superarse y colaborar con la humanidad son en sí mismos virtuosos.
A modo de corolario, me atrevo a afirmar que así como el compás nos permite situar nuestro centro y mantener una relación equidistante con el mundo todo, la regla medir nuestras acciones, es la Fortaleza, el coraje, la valentía, lo que nos permite no sólo alcanzar nuestras metas sino darnos la convicción de superar nuestros propios límites en la búsqueda incansable de la verdad.
Es todo, QQ∴HH∴. P.D.L