Por la Hna. Laura Reboyras
Las espadas, como armas de metal, surgieron en el tercer milenio A.C. en Mesopotamia, con las primeras versiones hechas de cobre y luego de bronce, marcando un avance significativo en la tecnología de armas. Estas primeras espadas fueron una evolución de las dagas o puñales más cortos, y su creación se extendió a regiones del Mediterráneo y el Mar Negro. Con el tiempo, el hierro y el acero templado reemplazarían al bronce, dando lugar a espadas más resistentes y efectivas.
Se conocen dos tipos de espada: la ordinaria o recta y la flamígera. Ambas idénticas en características, tamaño y estructura; la diferencia es la hoja de la flamígera que es en forma de flama alargada.
La espada flamígera, se remonta arquetípicamente a ser aquella que custodia el Edén, es la primer arma sobrenatural mencionada en la biblia, no está en manos humanas sino en manos de querubines (seres celestiales) y está destinada a proteger el acceso al árbol de la vida. Según el Génesis 3:24, tras la expulsión de Adam y Eva, dios coloca esta espada giratoria en el límite entre el paraíso y el mundo, siendo esta una espada No ofensiva, sino una barrera viviente, que no podía ser burlada ni atravesada, convirtiéndose así en el símbolo de lo prohibido y lo sagrado, su presencia impone respeto y separación. Representa la defensa divina contra el humano que desea recuperar la inmortalidad.
En la masonería La espada flamígera es un símbolo central, representando el poder espiritual del Venerable Maestro y la luz que irradia a los miembros de la logia. Su forma ondulada simboliza el fuego en movimiento y la iluminación irradiada a todo el templo. Esta espada no lleva funda porque esto indica que las ciencias y las virtudes deben ser impartidas en cualquier momento y estar al alcance siempre de quien lo necesite y nunca se debe cerrar las puertas de los conocimientos masónicos. Representa honor, protección y autoridad, la hoja ondulada evoca la espada encendida del génesis, que busca la protección del acceso a la sabiduría. A su vez simboliza elementos naturales como la tierra de donde proviene el hierro, el fuego que le da forma y el agua usada en el templado, esto se relaciona con la idea de que el masón debe forjarse y templarse en la paciencia y la tolerancia así mismo, y con la frase “con la daga se hiere menos que con la lengua” nos recuerda que debemos reflexionar sobre nuestras palabras. Es un símbolo que representa la defensa de los ideales masónicos y la lucha por la justicia, teniendo una gran carga emocional y moral dentro de la fraternidad, ya que refleja el compromiso de los masones con la verdad, la virtud y la protección de sus principios ante las adversidades.
La espada flamígera es una espada envuelta en llamas, lo que simboliza no solo el poder de la espada como arma de justicia, sino también el fuego que purifica y destruye lo que es corrupto o impuro. La espada, en este contexto, es un símbolo de protección y defensa, no solo en un sentido físico, sino también como un acto simbólico de lucha contra la injusticia, la opresión y la ignorancia.
El fuego que rodea la espada indica que la lucha no es solo externa, sino también interna, representando el combate continuo contra las imperfecciones propias del ser humano.
El uso de este símbolo en los rituales masónicos sirve como un recordatorio constante de que los masones deben ser guardianes de la verdad y estar siempre dispuestos a defender lo correcto, actuando con valentía y con la nobleza que se espera de un miembro de la fraternidad. Este símbolo también resalta la importancia de la integridad personal y el compromiso de proteger los valores de la masonería, incluso en tiempos de dificultad. Es un emblema de resilencia y coraje.
Así como hemos dicho con anterioridad la espada flamígera está presente en diversas culturas, mitos, leyendas y libros sagrados, asociada a deidades, ángeles y guardianes… de pronto comienzo a recordad un viejo libro de cultura Tolteca, que sigo recordando como la primera vez que lo leí y en el describía lo que implica esotéricamente portar una espada, y dice… “el día que a ella la empuñes, ese día, es un día de pruebas duras, un día de ensayos y tribulaciones .Es un buen día para probar tu carácter, un mal día para reclinarse sobre tus últimas reputaciones.” Ahora comprendo que El portar un pedernal (antigua daga de piedra principalmente compuesta de sílice de bordes extremadamente filosos) advierte que la mente, el espíritu y la intuición se deben afilar como la lámina de cristal que corta al tuétano de la verdad. La espada simboliza la razón, el discernimiento, el poder, la protección, la autoridad y la justicia. Es un símbolo de la fuerza masculina, el valor, la valentía y la capacidad de tomar decisiones firmes y correctas. También representa el poder de la mente, la claridad de pensamiento y la capacidad de cortar con lo innecesario para alcanzar la verdad.
Esto me lleva a meditar sobre el doble filo de la espada flamígera, que a mi comprender este doble filo simboliza la dualidad de la mente, que puede usar el conocimiento para construir o destruir. Así, el dicho “espada de doble filo” es una figura retórica que describe cualquier estrategia, herramienta o arma que puede volverse fácilmente contra quien la usa, lo que simplifica la naturaleza compleja de la mente y en última instancia, de lo que manifestamos en nuestras vidas.
Los pensamientos positivos y bien dirigidos conducen a acciones positivas que a su vez conducen a resultados positivos. Tu forma de pensar determina si purificas tu mente y, posteriormente, en qué te transformas. Si no purificas tu mente, lo que manifiestes en la vida no cambiará. La mente no torneada puede ser altamente destructiva y puede llevarnos al auto sabotaje, a momentos de locura y a actos de estupidez. A veces la mente en muy difícil de controlar tanto como controlar, esa espada que se empuña. En el simbolismo alquímico, el significado de las espadas se asocia con el aire, que rige la mente y la navegación del pensamiento. Poder, fe y maestría en la batalla, ser digno de portar una espada conlleva sino a la capacidad de enfrentar las adversidades con serenidad mental, corazón valiente y determinación física, defendiendo los principios propios y actuando con justicia y resilencia.
A lo que debemos comprender conscientemente, que todo masón es un hermano peleando una guerra, su propia guerra y no todos usan armadura y espada, pero los verdaderos siempre luchan por algo más grande que ellos mismos. Mi espada protege al débil y mi escudo defiende la justicia, cada vez que elijes alzar la voz por quien no puede, empuñas una espada invisible. Cada vez que te niegas a traicionar tus principios, aunque todo el mundo lo haga, levantas una espada sagrada. No se trata de fuerza bruta, sino de fuerza moral, no se trata de dominar al enemigo, sino de dominar tu ego. En un mundo que se arrodilla ante el poder, tú debes mantenerte firme ante la verdad.
Porque el verdadero masón no pelea por gloria, pelea por justicia y cuando todo parezca perdido, recordemos: una sola alma justa puede inclinar la balanza del destino.
Como M:.M:. Elijo ser ese guardián silencioso, no por reconocimiento, sino por convencimiento… por ello y hasta el fin de mis días, ratifico mi compromiso estando de pie ante el mundo porque inclinado y de rodillas solo lo estaré ante el creador (G:.A:.U:.)