Logia Nikola Tesla

LOS PELIGROS DEL ESCALAFÓN

18 de marzo de 2024


La Orden, como institución iniciática, a través de sus enseñanzas, exalta la práctica de las virtudes en cada uno de sus miembros y el deber de proyectarlas hacia el mundo profano, induce al proceder correcto, orientando hacia la verdad, aunque ésta no tiene el carácter de absoluta. El código moral masónico es humanista, racional, científico y progresista creando en el iniciado la conciencia del bien por el bien mismo, aunque no estemos obligados a ello, y sabiendo que los conceptos de bien y mal no existen en forma absoluta en las relaciones humanas. Desde esta perspectiva, aquel decálogo de máximas morales con su concomitante ética para ponerlas en práctica no puede prescindir de la indagación filosófica, la autoevaluación y el avance del conocimiento para fortalecer y perfeccionar sistemas de valores positivos, imponiéndose por sobre otros negativos que hicieran gala por ejemplo, de la confusión, la Ignorancia, la charlatanería, la injusticia etc.


Los grados en masonería y los años de experiencia brillan, o no, en la calidad de los actos y discursos; pero no hay dudas que resplandecen cuando dejan de ostentarse. El Ego es el gran enemigo personal, adulador y soberbio. Es el demonio invisible y a la vez omnipresente que susurra sin pausa e inocula su veneno. No podemos verlo y no aceptamos que otros lo vean por nosotros, ahí radica uno de los peligros que acecha al maestro.


Las virtudes se deforman cuando se enrostran continuamente en el barro del discurso enmascarado y envilecido por la hipocresía. Cubrimos el Templo de Aprendices y Compañeros pero no podemos cubrirlo de nuestras jactancias. El EGO es una sombra que a veces nuestra propia luz proyecta, esa luz que también nos ciega. Cuando hablamos de vicios y virtudes desde la maestría se necesita ante todo estar cubierto por el manto de la humildad, pues no somos infalibles sino perfectibles desde la reflexión, el auto análisis y desde el VITRIOL. Cuando los Maestros hablamos de fraternidad, debemos primero observar nuestro propios accionar. Se es fraterno cuando se escucha al hermano que predica otro punto de vista u otras opiniones, se es fraterno cuando se hace frente al miedo que distancia, cuando se contestan las preguntas que lastiman u oímos con respeto las réplicas dejando entreabierta la puerta al diálogo. Porque sinó, ¿qué es la fraternidad en la oratoria de
la demagogia? O Cuando la usamos de comodín en la elocuencia, o como el dulce cebo del engaño ¿o es el campo fértil solo para logros personales? La fraternidad es protocolo cuando se aplica sin cariño. Cuando hay encono, enojo y disconformidad en el simple hecho de aceptar que nos marquen un error que no hemos visto y de escuchar la palabra en otra boca. Si no podemos con eso, entonces no habrá experiencia o grados que valgan. La experiencia es relativa, puede estar atravesada por los años y estar totalmente vacía, limitada por las propias barreras, cuando esta solo pasa por el embudo del ego es mucho lo que entra y poco lo que sale. Los grados no deben transgredir los ribetes rojos del mandil. Suele pasar en los caminos de construcción de un Templo, que Se produzca y se reproduzca la muerte del maestro, como en una analogía viviente de la leyenda Hirámica, desaparece un maestro, abandonando con descontento y sin aviso grupos y logias resquebrajando
innecesariamente ese mecanismo de construcción, forzando, otra ves salir a “Los 9” a buscarlo y recuperarlo, pero realmente deben? El maestro que carece de todo aquello que profesa es siempre un Factor discordante e incurre en la intolerancia de sí mismo cuando se refleja en otro y es incapaz de asumir errores o recibir la crítica, sin la vehemencia del que se sabe culpable y no se admite su falencia. Condición prima para el mejoramiento propio. Aquel que bebe constantemente del cáliz dorado de la adulación, no tendrá la capacidad objetiva de ver más allá de las narices que en el mismo mete. Cuando un maestro no quiere compartir el pan con sus hermanos, es porque ya ha comido solo y no tiene interés en celebrar la alegría del encuentro superando ni superar algún escollo. El simbolismo de la granada cobra especial vida en el momento de compartir la mesa, la alegría y el espíritu familiar del que se nutre la masonería.


¿Donde está la igualdad, la fraternidad y el cariño si un maestro solo presta oídos, atención y oye con una sonrisa la lectura de los trabajos a los que ha contribuido con su influencia? ¿No merece igual atención aquel aprendiz o compañero que volcó tiempo dedicación y esfuerzo a la confección de un trabajo, el cual trae con alegría y entusiasmo para compartir con sus
hermanos? ¿No es meritorio si su contenido no tiene una determinada impronta? ¿No merece un aporte si no le interesa a quién oye? ¿Es una actitud soberbia desoír el reclamo o la opinión de un hermano, con antipatía, indiferencia y desgano, si este no es afín con nuestro pensamiento? No existe el espíritu reflexivo y compasivo del que habla un maestro si este solo
atiende a su enojo y a su necesidad de protagonismo. Si a veces somos duros exponiendo la verdad sin Mascaras es porque el otro nos importa si no, ni Siquiera nos tomaríamos el trabajo de hacerlo de no haber una intención de ayudar y un sentimiento genuino de cariño hacia esa persona. Solo un buen amigo del espíritu protector se atreve a decir las crudas verdades. Los falsos compañeros no lo hacen y se lamen entre ellos las heridas que se infligen.


La fraternidad se configura como un baluarte de la masonería. Es la práctica de la tolerancia y el afecto. ¿Qué forma más elevada de Ética puede encontrarse aparte de ésta que constituye la base de la solidaridad y la amistad? Por otro lado, no debemos olvidar que una característica impuesta a cada uno de los candidatos propuestos para ingresar a la Orden es que sean “personas libres y de buenas costumbres”, de manera que sólo cabe esperar que los adeptos se comporten de acuerdo con esta condición. Se suele definir la Francmasonería como un asociación ética y libertaria de los constructores de un ser humano mejor y, a través de este, de una humanidad redimida. En ella cada uno es soberano de sí mismo y debe disponer de los elementos de juicio que autorregulan su conducta, entendiendo que cualquier procedimiento que se desvía del camino verdadero, resulta igualmente incorrecto para cualquier persona de buenas costumbres. No obstante, no se debe perder de vista que los seres humanos presentamos imperfecciones, flaquezas y debilidades, pero el auto desafío de quienes se incorporan a nuestra Institución consiste en enfrentar estas características y superarlas.
Para la Francmasonería, la esencia del perfeccionamiento radica en la libertad de la persona al
disponer de la facultad de decidir la forma de ir al encuentro consigo mismo, sin otra condición
que la de concretar en sus actos los más elevados valores.

H.’. NATALIA GRAFF COUTAZ

LA AUTORIDAD EN MASONERÍA

LA AUTORIDAD EN MASONERÍA

Quien sabe mandar lo hace en Armonía no buscando conflictos, gánase su respeto por acciones no por discursos. Cuida de todos los miembros del taller, cuida que todos puedan trabajar, que todos puedan asistir, que nadie monopolice la palabra callando a otros, que no...

LAUSANA, SIGLO XX… Y DESPUÉS

LAUSANA, SIGLO XX… Y DESPUÉS

LAUSANA Y LA TENTACIÓN VITALICIA Tras la sistematización del REAyA en la escala de 33 grados en 1786, el convento de Lausana (1875) intentó arrojar luz sobre el siempre controvertido ordenamiento normativo, sin embargo observado a través del prisma del siglo XXI (y ya...